Aunque su nombre parezca extraño, el Síndrome del Impostor es un trastorno psicológico, donde la persona, por lo general exitosa duda de sus logros, llegando inclusive a sentirse incómoda si su mérito es reconocido, pudiendo atribuir a otras personas dicho mérito a fin de no aceptar el suyo.
Esta condición no tiene nada que ver con la falta de confianza en sí mismo ni con la falta de autoestima, es sencillamente una situación personal donde el ser triunfador no permite ser capaz de reconocer ni aceptar que se pueden lograr metas, tener éxito en algún emprendimiento, actividad o profesión, cuestionándose si son capaces de merecer el triunfo o reconocimiento de los demás.
Los síntomas de este padecimiento se manifiestan de la siguiente manera:
- Creer que lo logrado se debe a la buena suerte o a la ayuda de otros, no aceptando que lo logrado se debe a méritos propios.
- Temor a que los demás descubran el “fraude” que hay en su vida.
- No creer en potencialidades y capacidades propias.
- No se está consciente de que con perseverancia y tesón se puede alcanzar lo que la persona se proponga.
- Obsesión ante los errores cometidos.
¿Qué se puede hacer si se padece de este Síndrome?
En primer lugar, reconocer los síntomas y buscar la ayuda profesional pertinente. Así mismo, ser amable consigo mismo manteniendo una posición firme ante cualquier temor o miedo al respecto.
En segundo lugar, dejar de ser perfeccionista, a sabiendas que podemos equivocarnos y que lo importante es corregir lo que no salió bien y para ello debemos ser amables y humildes con nosotros mismos y en tercer lugar, hablar sobre lo que está pasando bien sea con un terapeuta o personas de confianza que ayuden a mantener siempre una actitud positiva ante cualquier situación.
Lo importante es que para lidiar con este síndrome se debe estar consciente de lo que ocurre, sabiendo que no se está solo y siempre habrá personas alrededor nuestro que ayuden en este proceso.
Lo importante es confiar que toda persona posee limitaciones y capacidades, no cerrando las puertas al éxito, porque en cualquier medida somos triunfadores.